Un fin con algo de emoción para un tedioso melodrama que manoseó a vampiros y hombres lobo

El 2008 no fue un buen año para los vampiros y hombres lobo al estrenarse ‘Twilight’. Tampoco lo fueron los siguientes años en los cuales seguían estrenándose las demás adaptaciones de estas novelas escritas por Stephenie Meyer. Idolatrado por las jóvenes y satanizado por quienes quieren ver un mejor cine, este triángulo amoroso arrasó sin problemas con varios records de taquilla, llegando a un final que por un momento deja en evidencia que había otro camino.

De la mano de Bill Condon, director de la primera parte de esta conclusión, todo continúa inmediatamente después del nacimiento de Renesmee, vemos a Bella como un vampiro más junto a Edward y a la familia Cullen. A diferencia de las otras películas vemos otro lado de esta sufrida protagonista, a quien esta transformación le sienta muy bien físicamente, y hasta es posible verla sonreír un poco más ya que refleja un poco más de vida y seguridad gracias a sus nuevas habilidades, lo cual no necesariamente significa que la actuación de Kristen Stewart haya mejorado ya que después de un momento sigue con las mismas expresiones faciales de siempre. Simplemente su personaje se hace ligeramente más fácil de ver, hasta hace reír en algún momento y molesta con su constante narración para poder ir avanzando rápido en la historia.

Como no podía ser de otra manera, y a pesar de que Bella ya está casada, alrededor de ella no solo está Edward sino que lo sigue estando Jakob, y tanto Robert Pattinson como Taylor Lautner (quien tuvo que tener una excusa para sacarse la camiseta) hacen lo justo y necesario para que la historia avance. Lo que varía en esta ocasión es que este triángulo se transforma en una especie de “cuarteto amoroso” cuando se suma Renesmee, quien al inicio de la película es tan solo una bebé con un extraño rostro digital que resulta algo perturbador, pero no tanto como lo es su sugerida relación con Jakob.

Al no tener Bella en su cabeza tanto sufrimiento causado por los dilemas románticos que atravesaba en su vida, la realidad es que la historia es un poco más digerible también, y no resulta tan cansina como las anteriores, además de que se perfila un enfrentamiento que causa curiosidad, y aunque no se espera mucho de este, ya que en ‘Eclipse’ dejaron mucho que desear, la verdad es que cuando el momento de la verdad llega se desata una batalla que toma por sorpresa a todos, inclusive a Aro, líder de los Volturi, encarnado por un inquietante Michael Sheen que se siente muy cómodo en la piel de este vampiro.

Heridos, mutilaciones y muertes empiezan a suceder con una brutalidad digna de los vampiros, casi como si estos hubieran estado contenidos durante las aproximadamente diez horas de saga. haciendo del climax algo muy intenso, que por el tiempo que dura logra mantener a todos al borde del asiento, pero repentinamente se da un giro en la historia que echa a perder por completo todo lo visto, dejando a relucir una saga que nunca estuvo dispuesta a tomar riesgos.

Este momento que parece salido de otra película sin duda fue un último esfuerzo que llegó muy tarde, cinco películas más tarde con exactitud, pero estos minutos nunca serán suficientes para enmendar el daño que ha hecho esta saga no solo al cine sino a los vampiros y hombres lobo que de inicio a fin fueron manoseados sin respeto en medio de uno de los más tediosos melodramas que haya visto el cine.

Lastimosamente materiales como estos marcan la literatura y el cine por lo que este “Efecto Twilight” ya se ha empezado a colar en otros géneros…esperemos que no dure mucho tiempo.

2/5