Una versión extremadamente “light” de ‘Borat’ que nunca termina de despegar

Sacha Baron Cohen es un actor poco convencional ya que sus irreverentes programas de televisión y películas como ‘Borat’ y ‘Brüno’, lo ubican como un actor cómico, pero por otro lado actuaciones como las que brinda en ‘Sweeney Todd’ o ‘Hugo’ nos dan muestra del verdadero potencial que posee. Muy a pesar de esto el actor no se termina de desligar de las películas satíricas razón por la cual una vez más vuelve a intentarlo con ‘The Dictator’, pero el resultado es algo decepcionante.

Muy acorde con la situación mundial en esta ocasión este actor encarna a un dictador, el Almirante General Hafez Aladeen, alguien muy al estilo de Saddam Hussein, y la historia se enfoca en la “heroica” lucha que este deberá llevar a cabo para asegurar que la democracia nunca llegue al país que tan cariñosamente tiene oprimido. Esto es un giro total a lo que el cine tiene acostumbrado a los espectadores, y con esto busca ser provocativa, ya que el tema de la crisis de Medio Oriente y el resto del mundo, en especial con EE.UU, es muy vigente y polémico.

Detrás de cámara se encuentra el director Larry Charles y para esta tercera colaboración con Cohen, quien también es uno de los guionistas, deciden dejar a un lado el formato de documental falso para hacer una historia en la que de entrada se sabe que todo es ficción, algo que no debería jugarle en contra ya que simplemente es un cambio de forma, pero la verdad es que resulta más complicado reírse del choque cultural cuando se conoce de antemano que todo es un montaje que se siente forzado, y lo que es aún más grave es el hecho de que muchos de los elementos son muy derivativos de ‘Borat’. Debido a esto el resultado es un humor de menor calidad, ya que la historia, más que por su fondo, hace reir por las irreverentes situaciones que presenta, y por su protagonista.

Es Sacha Baron Cohen quien con su efectiva personificación del dictador, es un estereotipo ambulante que ve el mundo al revés, y aunque aquí se nota el gran talento de este actor, también hay momentos en que se exagera un poco al personaje, y la verdad es que su co-protagonista, Anna Faris no logra complementarlo ni hacer contrapeso en los momentos que necesitaba ya que para variar sigue aceptando este tipo de papeles que no le exigen hacer algo más allá de lo que hizo en ‘Scary Movie’.

Quien si logra complementar al personaje principal es Sir Ben Kingsley, un gran actor cuya presencia inunda la pantalla, pero que sobretodo sorprende con un par de situaciones bastante fuera de lo común y que toman por sorpresa, al igual que el espectacular cameo.

Al llegar al final el dictador y sus bromas están desgastadas, la vulgaridad ya deja de tener un sentido, y en lugar de una sátira política esto termina siendo una caricatura que aunque hace reír, no logra entretener, peor aún llevar a algún tipo de reflexión, si es que eso pretendían. Sin terminar de manera desastrosa como sucedió con ‘Brüno’, esta comedia resulta una versión extremadamente “light” de ‘Borat’ que nunca termina de despegar.