Después de algunos años desde la aparición de ‘Twilight’ aún los vampiros siguen marcados por esta funesta saga que ha robado mucho de la escencia de estos seres de la noche, los cuales se han visto más perjudicados por las películas que por los mismos libros. Capítulo tras capítulo esto se ha convertido en una cansina historia de amor con un público extremadamente segmentado, el cual rivalizará contra cualquier detractor de la misma, pero aún sin tomar un bando específico hay que saber reconocer que esto es cine de pésima calidad.

Si hasta el momento ‘New Moon’ era lo peor de esta saga, realmente ‘Breaking Dawn – Part 1’ estuvo a dos escenas de arrebatarle dicho título, sumado al hecho de que la división del último capítulo en dos partes se corona como una de las decisiones más comerciales que se han visto últimamente, ya que desde un inicio se nota como se alarga injustificadamente una historia que podría ser contada de manera más ágil. El problema de ritmo es realmente crítico ya que todo lo que sucede pareciera tomar tres veces más de lo que realmente debería, por lo que el resultado final es una verdadera agonía incapaz de ser controlada por el director Bill Condon (‘Chicago’, ‘Kinsey’, ‘Dreamgirls’), quien tampoco hace mucho por sacar algo mejor de el elenco.

Manteniéndose como una constante el melodrama telenovelesco está presente en todo momento, y tomando en cuenta que se acerca el descenlace este se encuentra en aumento, pero aunque esto es parte de la historia son realmente los actores los que hacen esta experiencia aún más tediosa. Específicamente aquí se habla del enfermizo triángulo amoroso formado entre Bella (Kirsten Steward), Edward (Robert Pattinson) y Jakob (Taylor Lautner), en donde realmente más que amor solo hay sufrimiento, algo que se refleja en el rostro de Steward, hasta en sus momentos de mayor felicidad. Por el lado de Pattinson, su incípida actuación es más perturbadora que su extrema palidez, mientras que Lautner cree que compensa talento con músculos.

El letárgico ritmo pesa demasiado y entre alargadas escenas Condon tiene un par de momentos en los que trata de subir el tono de esta historia como la pesadilla del matrimonio o la sangrienta escena del nacimiento del hijo de esta pareja, que terminan siendo cortos momentos que no logran mejorar esta historia que en esta ocasión ya bordea, o mejor dicho, cruza la línea hacia lo ridículo al tener una manada de lobos discutiendo telepáticamente por varios minutos, escena que dejará perplejo a más de uno.

A pesar de que todo parte de las novelas de Stephanie Meyer, realmente los directores y guionistas encargados de todas las películas debieron haber ajustado ciertos detalles para realizar una adaptación más digerible, sin excesos de empalagamiento, evitando multiplicar el sufrimiento y compensarlo con un mejor drama, ya que tal como está la saga, esta carece de buen ritmo y emoción alguna. Básicamente esto es un relato hecho solo para fanáticas cegadas por este amor, y lastimosamente aún queda una película más para seguir exprimiendo dólares sin importar el resultado final.

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