CINERAMA - Reseñas de cine

A favor de un cine sin molestosos doblajes

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Luego de sus éxitos cinematográficos como director de las películas La tigra, proyectada en 1990 (en el que su esposa, Lisette Cabrera, fue la protagonista); Entre Marx y una mujer desnuda, en 1996; 1809 / 1810, Mientras llega el día, en 2004; y el cortometraje Tierra Cañari, su primer trabajo fílmico, que se proyectó en 1977; Camilo Luzuriaga retorna a la labor del cine, pero como productor.

“Es más fácil ser productor que director, ya que (lo último) involucra recursos económicos y es más cansado”, dice Luzuriaga, quien ahora promociona su última cinta, Los Canallas.

Este material fue dirigido por Ana Cristina Franco, Jorge Fegan y Diego Coral, tres jóvenes egresados del Instituto Superior Tecnológico de Cine y Actuación (Incine), del cual Luzuriaga es su propietario.

El ahora productor asegura que trabajar con su alumnado fue “una experiencia buenaza”, pues de esa manera consiguió que sus estudiantes tengan experiencia profesional.

“Aprendieron de todo un poco. Manejaron cámaras, iluminación, edición, fotografía y muchas más cosas que se hacen para el cine. Esta película la manejamos como una obra de creación colectiva, así aprenden a sacarle provecho a sus habilidades”, asegura Luzuriaga.

La cinta, que consta de tres capítulos con temáticas independientes, fue presentada en el MAAC Cine, como parte del Festival del séptimo arte de la Universidad Católica.

Allí el cineasta dialogó con los estudiantes sobre las propuestas cinematográficas que ellos presentaron. Les dio consejos y se refirió a las experiencias que ha vivido en este arte.

Luzuriaga comentó que el filme lo han trabajado desde enero del 2008. Pese a que terminaron de grabarlo en noviembre de ese mismo año e hicieron la presentación de la obra, el productor revela que Los Canallas aún no está completamente lista. “Hay que pulirla”.

Asimismo, se refirió a las experiencias que le han dejado cada uno de sus trabajos. Dice que La tigra fue una obra cumbre, y que incluso en la actualidad se siguen vendiendo discos de ese largometraje. En cambio, con Cara o cruz, en el 2003, pasó por algunos inconvenientes.

“No tuvo convocatoria del público, apenas la vieron cinco mil espectadores. Sabía que eso podía pasar con esta obra, sin embargo me arriesgué, y a la vez arriesgué a mi público porque (la cinta) no estaba bien elaborada”, declara.

Con respecto al cine ecuatoriano, Luzuriaga afirma que lo ve con buena acogida. “Todas las películas son dignas de ver. De las pocas cintas (con referencia a otros países) que tenemos, algunas han recibido reconocimientos en algún lado”, explica.

Sin embargo, el cineasta prefiere mantenerse lejos del protagonismo internacional. “La competencia es lo más horroroso. Ganar premios es un sufrimiento. Se entra a competir con tus colegas y eso crea en cierta forma rivalidad y solo por un premio”, agrega el cineasta.

Buscando un poco por el sitio de Incine y YouTube me he topado con el trailer de esta producción ecuatoriana por la cual tengo mucha curiosidad.