Cine Ecuatoriano

Mateo Herrera, con impulso para triunfar

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Artículo escrito por Cecilia Zúñiga Delgado (El Universo)

El que su película Impulso haya sido rechazada en otro festival por no estar terminada no hizo desistir de su proyecto al cineasta quiteño Mateo Herrera, quien el 28 de marzo pasado se adjudicó el Gran Premio Flechazo del Festival de Toulouse (Francia) como la mejor cinta latinoamericana.

Su realización, en formato 35 mm (para proyección en salas de cine), duró cerca de dos años y medio por el limitado presupuesto con que contaba Herrera, quien recién pudo ver su creación en pantalla grande en el festival francés, pues tampoco tuvo los recursos para viajar a Argentina (aquí quedan los laboratorios cinematográficos más cercanos al país)  a observar el trabajo ya terminado.

El director de 35 años, que llegó el martes pasado al país, habló con EL UNIVERSO del filme ganador y de su pasión por el cine. La cita fue en la librería Paideia, de Quito, adonde acude casi a diario a leer y a hablar con un grupo de amigos de las obras. “Es un lugar de encuentro. Este arte es importante en el cine porque es la base de las historias”, dice.

De aspecto sencillo y tímido ante la cámara, se muestra muy reflexivo al hablar, cauto, como buscando las palabras precisas para cada respuesta. Afirma que el Gran Premio Flechazo es un reconocimiento al trabajo y esfuerzo de años. 

“Es importante porque es el máximo premio del Festival de Toulouse, reconocido a nivel mundial. Pero es también, creo yo, un premio importante para el cine ecuatoriano, porque es demostrar que en Latinoamérica también existimos, que hay cine ecuatoriano”, expresa.

Impulso es un filme en blanco y negro que mezcla realidad con fantasía. Se rodó durante 21 días en febrero del 2007. Algunas calles de Quito, la hacienda Granoble en Cayambe y el pueblo Ayora fueron las locaciones donde se desarrolló la historia de Jéssica (Cecilia Vallejo), una joven conflictiva que viaja a una finca en busca de su padre, después de que su madre dejó de enviarle dinero de España. La muchacha, fanática del heavy metal, aspira a encontrar su identidad y en una hacienda (en Cayambe) halla a su familia y a un primo de 20 años, en quien se refleja. Su inspiración, anota Herrera, son sus vivencias. “Mis películas son autobiográficas”.

El nombre del filme nació por la influencia que tuvo de la banda quiteña de death metal Impulso de Tanatos, a cuyos integrantes conoció y eligió en los castings que hizo para la  musicalización de la cinta. “Son muy buenos, encontramos en ellos lo que quería expresar”, explica Herrera, quien en su adolescencia se descubrió a sí mismo con el heavy metal, género musical que escuchó por varios años. Considera que su película ganó el Premio Gran Flechazo porque se arriesgó a mostrar algo diferente como el misterio, ya que los otros filmes en competencia (Argentina, Brasil, Chile y Colombia) no eran de suspenso, agrega.

“Yo me cansé del realismo social latinoamericano y decidí hacer una película fantástica (dentro del género), donde no se supiese si lo que vive la protagonista es realidad o sueño”, detalla el cineasta, que se dio a conocer en Ecuador cuando en 1999 obtuvo el premio a la Mejor Edición en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, en La Habana (Cuba), por la película Ratas, ratones y rateros, de Sebastián Cordero.

Posterior a esto produjo Alegría de una vez, en el 2001; Jaque, en el 2003; El comité, en el 2005, y Nadie lo notaría, en el 2006.

Del cine ecuatoriano refiere que es un mercado naciente, donde está todo por hacer, “estamos en pañales por así decirlo”, pese a que él y un grupo de amigos tienen ya más de diez años realizando esta actividad. “Al no existir una industria del cine en Ecuador, tenemos que inventar maneras de hacer nuestras películas. Es una actividad artesanal, estamos muy lejos de ser una industria”, especifica, al indicar también que ha visto cómo ha crecido el interés del público por ver las propuestas locales, debido a su ‘gran calidad’. Considera que el cine ecuatoriano vive  un buen momento, a diferencia de años anteriores. Incluso, añade, ahora existe un ente que apoya las propuestas nacionales como el Consejo Nacional de Cinematografía (Cncine). “Pude terminar la película gracias a unos fondos para la posproducción y distribución que me gané en el Cncine con otros concursos previos que tuve que realizar para acceder a ese dinero, donde nos evalúa un jurado internacional”, explica.

Dice que hacer cine independiente en el país es difícil porque una sola película es costosa, “yo puse plata mía para financiar la obra. Me tocó trabajar en otras actividades para pagarle a la gente que trabajó conmigo”, detalla Herrera. 

No le ha apostado al cine comercial porque recalca, solo existe en Hollywood, en Los Ángeles, EE.UU.  “Al hablar del cine de Nueva York ya es algo diferente. Para mí el cine es una expresión artística, personal, no un negocio”, opina.  

Herrera no ha pensado por el momento en otro proyecto cinematográfico. “Estoy concentrado ahora en la promoción y difusión para el estreno nacional, que será el 15 de mayo (por el momento en Guayaquil, Quito y Cuenca)”.

Luego de Impulso seguirá haciendo películas “porque soy un cineasta y me dedico a eso. Para mí es importante tener proyectos porque es una manera de direccionar mi vida”, dice.

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